La leyenda de las conchas de Santiago, nos ofrece una reflexión sobre la presencia divina en lo ordinario, el poder de la fe y la devoción para transformar nuestras vidas y comunidades, y la importancia de estar abiertos a los encuentros inesperados que pueden llevarnos hacia una mayor comprensión de lo sagrado.
Los discípulos de Santiago, tras su degollamiento, recogieron su cuerpo y lo colocaron sobre una barca de piedra. Navegando llegaron a las costas de Galicia a un lugar donde había una fiesta por el casamiento del hijo del señor. Había gran alegría y entre otros festejos se abofordaba (ir galopando mientras se arroja la lanza y se vuelve a recoger sin que caiga al suelo). Uno de los que abofordaban era el novio que de repente vio como su caballo se dirigía al mar y se hundía bajo las aguas.
Todos vieron el prodigio y como al llegar a la barca caballo y caballero salieron sin daño de las aguas. Al volver a tierra y pisar la playa, todos vieron que tenía los vestidos y el sombrero cubiertos de vieiras y a partir de entonces todos los que peregrinan a Santiago llevan en sus ropajes la concha venera.