Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil - Ourense

Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil

02/04/2010
Redacción
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El Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil se encuentra en Parada do Sil, municipio rico en paisajes de gran belleza situado entre el cañón del Sil y las estribaciones montañosas de las tierras de Caldelas.

Se trata de uno de los muchos vestigios religiosos que salpican la Ribeira Sacra, a la vez que uno de los monasterios más atractivos de la misma, tanto por su belleza como por la espectacularidad del paraje que lo acoge.

El Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil es uno de los grandes encantos de la Ribeira Sacra.

A pesar de que su fundación se remonta a siglos anteriores, de este monasterio tenemos noticias escritas desde el siglo X a través de un documento que testifica la donación de ciertas iglesias al mismo en fecha temprana. De estas referencias se deduce su adscripción reglar a San Fructuoso, aunque avanzada la Edad Media adoptará la regla Benedictina, del mismo modo que la mayorí­a de los cenobios de la Ribeira Sacra.

Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil

La iglesia, románica al igual que la portada del monasterio, es de finales del siglo XII. Tiene planta de cruz latina de una sola nave en la que se presentan cinco tramos, con arcaduras ligeramente apuntadas y cabecera tripartita de ábsides semicirculares con el central destacado. En la fachada, sobre una portada con tres arquivoltas, influenciada por la parte sur de la cadedral orensana, se erige un gran rosetón calado que, antes de ponerse el sol, permite que el templo se inunde de luz.

La impresionante torre del campanario, ejemplo original del gótico rural gallego, sobresale entre el ramaje del bosque autóctono, ofreciendo una singular belleza.

No fue el de Santa Cristina de Ribas de Sil un monasterio demasiado poderoso, pero a pesar de contar con un reducido número de monjes llegó a acumular un importante patrimonio a través de las donaciones. Por los contratos de arrendamiento de sus tierras de dominio se sabe que exigí­an a los paisanos el pago de las rentas en especies, fundamentalmente vino, nueces, castañas secas, centeno y lino.

Como resultado del fin de las actividades monásticas, tanto Santa Cristina como Santo Estevo pasaron a utilizarse como viviendas particulares, e incluso como cuadras y pajares.

Se conservan las lápidas de los primeros abades y numerosas referencias fechadas en el siglo XII: cartas de aforamiento, privilegios reales, exención de diezmos, etc.

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